jueves, 7 de octubre de 2010

1 de diciembre

No importa cuánto reces para que aparezca el milagro,no importa que lo imagines o que lo dibujes...sólo importa que quieras que pase y que venga a tí.
Hace tiempo que las ilusiones de la inocencia estaban perdiendo terreno en mí,y ya empezaban a ser mordidas por la voz de la experiencia.No quise ver nunca la parte fastidiosa de ser joven y por eso me tiraba sin pensar desde cualquier precipicio.No quería crecer.No quería creer que las apariencias pudieran ser falsas,mi intuición era lo que guiaba mi vida.
Y de repente,confiando en lo desconocido,me hallé a las orillas del río,con un espíritu cándido y de semejante color al mío.Me estaba pasando a mí,yo tenía mucha suerte de haberle encontrado entre restos putrefactos de almas sin aliento.Parecía que aquel curioso ser también me necesitaba,tanto, que bastó un sol y una luna para que la confesión fuera explícita.
Ví paisajes que ahora están rebotando en mi memoria,imágenes fantásticas y que yo creía de cuento,imágenes señoriales de luces en el agua y peces saltarines,imágenes de barcos antiguos de 1492.Crucé de nuevo una reja que señalaba un paso prohibido pero esta vez iba acompañada.Ya éramos dos los que nos tirábamos al vacío sin pensar en consecuencias,por que...al fin y al cabo,todo parecía tan irreal como un sueño.

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