sábado, 10 de marzo de 2012

Blanco

No pudo esperar a encontrarse su cuerpo tendido en la nieve,y antes de que llorase la última lágrima le besó.Aún respiraba,aun latía su corazón encharcado de penas,aún la amaba.
Morir así era la manera más digna,pero también la que menos.
Morir amando y odiando,
siendo ángel y esperpento.
El dolor y la gracia se unían creando olas de hierro en sus corazones,
que dolían,pegaban sacudidas a los pulmones y removían recuerdos en bruscos vaivenes.
La escarcha y el fuego se armaron de todas su razones y acabaron por destruirle sin escrúpulos.
Ella supo entonces que era posible morir de amor.

No le dejó de mirar mientras se iba,la tez blanca se parecía mas a un velo que a piel,las manos,
apoyadas sobre el bosque blanco,se hundían poco a poco.

El aire traía tras de sí pétalos aterciopelados de rosas de otro lugar...y se lo llevaron.Él agarró
en pensamientos la brisa cargada de fragancias y se fue con ella.

Con la mano paciente,inmersa en un segundo atemporal e infinito,le bajó los párpados,y sus
labios congelados respiraron por última vez.
El vaho templado fue su manera de decir adiós.
Siempre cálidas las despedidas,e infelices los finales.

1 comentario:

  1. jodó, maño, qué bueno! es poético y precioso
    (una nota chorra, mínima: "vaho")
    Besos desde Noruega, donde todo el mundo pasa fríos y a ratos tristezas

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